Luego de tales pseudorreyertas de todos contra todos, se van a
tomar un café juntos diciéndonos que las cuestiones son políticas, no
personales. Es una guerra simulada para que las bambalinas de la ficción enmascaren
la verdad.
Es un teatro finamente montado para oligofrénicos; y en este
caso los oligofrénicos incurables somos nosotros.
Aplíquenlos razonamiento y lógica, que para algo alguna vez la
estudiamos
Juan pertenece al
partido A, y trabaja para el equipo A y putea todo lo que no sea A. Luego a
Juan lo compra el equipo B, y llega a un cargo rentado por B putea a A y todo lo
que no sea B; y comienza a renegar de todo lo que implique A. ¿lógico no?
Le compran su humanidad, su conciencia y sus opiniones: Conveniencia
mucha, personalidad escasa, ética pobre, moral ausente.
Como la sociedad es líquida según Zygmunt Bauman, y parafraseándolo
diría que en la política llegó al estado de nauseabundo vapor.
En el único momento en que no barruntan contra nadie es cuando
deciden sus salarios; ahí no solo acuerdan jugosos montos en la sagrada
intimidad y dejan afuera ideologías, apologías, conceptos, ética y moral. Vemos
lo sencillo que es montar más privilegios desde sus privilegios, y con absoluto
consenso.
Poco a poco van pergeñando desde el estado una sociedad de
clases, reservándose para ellos los mejores beneficios.
Buen salario, pocos impuestos, pasajes free, parientes y
amigos como asesores, protección segura a través del fuero, que les permite
delinquir a discreción y estar protegidos de la justicia.
Actúan igual que actores y actrices de una obra teatral real,
de los cuales, si sabemos que nos mienten al contarnos una historia, para que
la verdad se asome. Pero en este caso la escena se monta para que, entre
sonoros y grandilocuentes discursos, la verdad se escurra.
Los veras participar, ademas, en paneles, en programas de
cocina, sociales, de cotilleo o deportivos, siempre igual…
Este es el famoso “Lumpenproletariat” definido
por Marx y Engels, y ahora la moderna concepción de “Lumpenburguesia”
como escoria de la sociedad, y que es una especie de bacteria resistente que
infecta todos los estamentos.
Así, sin vergüenza o pudor, es como tumban poco a poco los
pilares de una sociedad justa: libertad,
democracia, derechos, oportunidades, programas y todo lo bueno que puede tener
una nación, hasta que esta se derrumba.
Pero no se puede engañar permanentemente a todos,
Abraham Lincoln lo aseguro en una larga frase y ojalá sea cierto; porque por lo
que veo, si se puede engañar siempre a muchos.
Los partidos abandonaron la razón de su origen y de su
existencia para transformarse en obscenas agencias de colocaciones; algo así
como una sofisticada empresa, en la cual, al contrario de las otras, no hay
examen de ingreso, y no es necesario tener bondades ni capacidades, dado que de
todo se encargarán ellos.