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martes, 12 de junio de 2018

SOBRE LA DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO




La mayor parte de los argentinos; creo, aunque no estoy seguro de ello; tenemos el corazón partido frente al aborto. Nadie quiere realmente la interrupción de la vida de criaturas inocentes y nadie quiere que haya embarazos ilegítimos, violentos, no deseados ni una calamitosa estadística de muertes por abortos clandestinos.
De alguna manera, casi todos estuvimos involucrados en un tema así, directa o indirectamente.
En la sociedad normal y racional, salvo los que tienen posición tomada, que entiendo que son los menos, nadie quiere opinar, y creo saber por qué. El tema es complejo, ingrato y a mi modo de ver, no tiene posibilidades cercanas de una resolución ideal.
Pero a su vez: nadie puede ser indiferente a semejante tema, y no debemos dejar la responsabilidad de la decisión en personas en las cuales poco confiamos.
Los abortistas y los antiabortistas nos hablan desde el pulpito y la teoría, con mensajes grandilocuentes, pletóricos de hipérboles. Eso no está bien, hay que opinar sobre la realidad.
El debate pareciera querer ser moral, y así se trata… pero yo creo que no lo es; no creo que deba haber un debate simplemente moral: el debate debe ser sencillamente honesto, respetuoso y con dignidad.
Cuanto valorizamos la vida y si estamos dispuestos a terminar con ella según esa valorización.
Y confieso que no tengo una clara opinión al respecto, sino un mar de sombras y de dudas que desgraciadamente no son aclaradas por quienes opinan por los medios de comunicación masiva.
Al igual que la pena de muerte, el aborto sería un mecanismo para intentar mediante un daño, evitar un daño presumiblemente mayor… pero no puedo dejar de pensar que trágicamente en este caso el reo es inocente.
No me niego rotundamente a que se despenalice el aborto; digo que, si deseamos que así sea, debemos asumirlo con responsabilidad, aceptar que es un crimen y bancarnos esa angustia; y que nos alejemos de las mentiras hipócritas y absurdas.
Por otra parte, también el aborto legal tiene una elevada mortalidad, según estadísticas publicadas por los países donde esta despenalizado y eso también es un dato importante; con una de las soluciones posibles, tampoco esta garantizada la resolución del problema.
En mi caso particular después de haber visto tantos casos de mujeres jóvenes y no tan jóvenes morir de manera humillante y espantosa, por causa del aborto clandestino (a modo de ejemplo, el horripilante y enajenante síndrome de Mondor), opino que al problema hay que detenerlo de alguna manera.
Y si nos asomamos al mundo de la pobreza, la marginalidad y el subdesarrollo, el drama toma proporciones épicas.
Creo que somos incoherentes como sociedad: por un lado, endiosamos el sexo libre, como si fuera una conquista revolucionaria, y por el otro nos horrorizamos de las consecuencias que ello trae, porque no tenemos la madurez ni el cuidado para llevarlo a cabo de manera responsable y segura. Las cifras espeluznantes de enfermedades de transmisión sexual (ETS), claramente lo aseguran.
La televisión y muchos medios masivos son una fuente de propaganda para la libertad sexual desmedida… los besos que se dan los actores no parecen ser consecuencia de necesidades de taquilla, y si parecen más que una escena artística, un toque de auténtica pornografía. Publicitado el sexo así no parece raro que los locos, (o los que se vuelven locos por ello) estimulados por semejantes escenas, se desmadren en la calle.
De la rebeldía y la libertad total al aborto clandestino, el viaje es sin escalas.
Yo, de mojigato nada, de nada, de nada, no tengo pedigree para ello, solo relato lo que veo y escucho.
El sexo fue diseñado por la naturaleza (oiga, no es un sermón bizantino… por la naturaleza o por quien lo haya diseñado), para procrear y multiplicar las especies, porque sexo tienen todos los seres vivos. Algunos tienen sistemas sexuales simples, y otros complejos, pero todos tienen. Es simplemente así. Desde la mitosis, la cariocinesis, el hermafroditismo, el desarrollo ovíparo, los marsupiales o el final mas desarrollado con los mamíferos. En síntesis; la naturaleza recurre a trucos como el color, al aroma, y a las formas para incentivar el placer, las copulas y la reproducción, y a los genes les importa poco como nos reproducimos, lo importante para ellos es que lo hagamos; no hay moral en la genética.
Pero los otros seres vivos de las diferentes escalas biológicas no tienen problemas con su sexualidad, fecundidad, gestación de la manera que sea, o dilemas por el aborto, y tienen sexo a troche moche; y por lo general veneran a la prole que traen al mundo.
Solo los seres humanos tienen el drama.
Dicho de otra manera: Los genes para asegurarse la procreación o sea su continuidad, inventaron la libido; y la libido trajo como consecuencia el erotismo, y luego las neurosis y psicosis sexuales y de ahí al desmadre. (Hasta una propaganda de sartenes está plagada de imágenes eróticas, que indican que sí va con sexo va mejor)
Algún día se podrá programar a un ser humano que tenga sexo libre y en abundancia sin riesgo de embarazo, y que el embarazo sea una decisión separada del sexo, mediante un órgano independiente.
Creer que la vida en el caso del embarazo comienza en un determinado momento, y que antes es nada, es como poder explicar que sucedió media hora antes del Big Bang. No me parece que tengamos sapiencia para tal discusión.
Hoy por hoy, la encarnizada lucha que la Iglesia Católica despliega en todo el mundo contra el aborto es, si se la compara con su propia historia como religión, bastante nueva. Mientras que durante gran parte de sus dos mil años de existencia no vio al aborto como una cuestión grave equiparable al homicidio, fue recién en 1869 que la Iglesia cambió de posición, cuando el papa Pío IX determinó que los embriones poseen un alma a todos los efectos desde el momento de la concepción. La iglesia cree que la solución es orientar a la humanidad hacia el coito responsable, de manera tal que el acto sexual solo se lleve a cabo en condiciones reconocidas por ella, o sea: dentro del matrimonio y con el objeto de procrear. Ni los preservativos reconocen. Si no pueden controlar a su tropa dentro de la iglesia, que se ha cubierto en un crisol de pedofilia, como creen que podrán controlar a la humanidad.
La sociedad tiene razones para controlar la enorme cantidad de muertes evitables, por abortos clandestinos, y creo que hay que tomar la decisión de despenalizar si o no sabiendo que estamos decidiendo y que estamos haciendo.
Continuar con un embarazo traído de los pelos es mala cosa, y es mala cosa también interrumpirlo por razones confusas.
Resumiendo: El aborto es un homicidio, y en ello no hay duda; pero la masiva muerte de mujeres que abortan clandestinamente también es un crimen.
Y repito: el aborto legal también tiene una elevada morbimortalidad.
Que hacer, que decidir, que difícil.
Necesitamos mentes mas claras y menos confusas para desatar este espantoso nuevo nudo gordiano que ha aparecido en nuestro sendero.
Ayer los jóvenes de nivel secundario tomaron varias escuelas para forzar la despenalización del aborto con argumentos flojos. Creo que estamos extraviados.


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